viernes, 30 de septiembre de 2011

Televisión para ver lo que se quiera y cuando sea


Televisión para ver lo que se quiera y cuando sea

La escena corresponde a La gran familia (1962). Los quince hermanos –ciertamente eran otros tiempos— se apelotonan ante una ventana para ver la tele del vecino y poder seguir así un programa que ha creado gran expectación en lo que vendría a ser el rudimentario prime time de la época. El televisor es en aquel momento un icono de la modernidad del que no disponen la mayoría de los hogares. Ante él, grupos de personas, sean familias o vecinos, esperan ver a una hora determinada una transmisión, una película, un informativo o cualquier espacio que la cadena decida  emitir. Son espectadores en el sentido más pasivo de la palabra.

La televisión fue así durante décadas y hasta hace relativamente poco. Sin embargo, en los últimos años, con la aparición de una mayor oferta de contenidos y la generalización de la tecnología digital, este escenario ya empezó a cambiar. Pero es internet, como sucede con tantas otras cosas, la que está imprimiendo una velocidad dramática al cambio en las formas de ver televisión. La aparición de Youtube en el 2005, unida al desarrollo de la banda ancha, ha hecho posible que desaparezcan fronteras para el medio y han permitido que se desarrolle un auténtico, aunque embrionario, sistema de visión personalizada. Y esto no ha hecho nada más que empezar.

¿Que no se están produciendo cambios? muchos lectores recordarán, en su época adolescente, estar esperando toda una semana para ver tal día a tal hora el siguiente capítulo de su serie favorita. Pues en la actualidad, millones de jóvenes siguen, de manera legal o ilegal, sus series favoritas descargándolas de internet porque así las pueden ver antes de su emisión en su país y en el momento elegido. Este hábito ha llevado incluso a cambiar los métodos de programación de las grandes cadenas: hasta hace unos pocos años era frecuente que una serie estadounidense de éxito no llegara a nuestras pantallas hasta varias temporadas después, pero hoy, en cambio, incluso llegan a estrenarlas simultáneamente –o casi– en todos los países para evitar la competencia de la red. El cambio está, por tanto, aquí.

A principios de este año, la consultora Informitv publicaba una lista de predicciones para los próximos diez años sobre el desarrollo de la televisión. Más allá de que las previsiones no son más que eso, la lista da una idea de qué puede pasar en este ámbito a medio y largo plazo. Por ejemplo, la televisión convencional, gratuita y masiva, pasará a tener un papel secundario, prácticamente limitado a las transmisiones en directo de grandes acontecimientos, mientras que otros canales de distribución de contenidos, como internet, ganarán importancia.

En consecuencia, otros aparatos ganarán terreno al televisor. Los ordenadores, y en especial los móviles y dispositivos como tabletas y pantallas táctiles tipo iPad, serán una forma muy extendida de ver la tele, algunos dicen que mayoritaria. Por tanto, ver televisión será un hábito cada vez menos vinculado al salón y más a la parada del autobús o al parque. De la misma manera, ver la tele pasará a ser un hábito menos familiar y más individual, y la programación será personalizada, cada uno verá lo que quiera a la hora que quiera.

La revista Wired destacaba recientemente en un artículo especial sobre las 25 grandes ideas para el año 2011, otro cambio vinculado al anterior: si los dispositivos para ver nuestros programas favoritos ya no son televisores sino otros conectados a la red, es lógico pensar que los usos habituales de internet, como la búsqueda de información, y el visionado de contenidos audiovisuales tenderán a fusionarse. ¿Otro conejo que sale de la chistera de la industria? Puede.

Pero Sony ya está desarrollando una estrategia en este sentido y ha sellado una alianza con Google que permitirá utilizar la pantalla del televisor simultáneamente para ver programas convencionales, chatear, ver vídeos en YouTube, o realizar búsquedas en la red, todo a la vez o por separado; Apple tiene sus propios planes –para el 2011 presenta su candidatura para revolucionar el medio con iTunes y el iPad—, y la BBC está impulsando el Project Canvas, un ambicioso plan para crear un estándar a nivel internacional para la televisión por internet. En España, Televisió de Catalunya, pionera en el terreno tecnológico, dispone ya de prestaciones para que sus programas y su archivo puedan ser vistos también en iPad o iPhone, y para integrar internet y la señal televisiva.

Más predicciones. Las redes sociales entrarán de lleno en la televisión, de manera que millones de personas podrán recomendar sus programas favoritos a otros, crear comunidades de fans y quién sabe si influir de forma decisiva en los contenidos. Y los usuarios tal vez den la espalda a la publicidad de forma definitiva y paguen para consumir programas libres de anuncios.

¿Y la tecnología? Los expertos apuntan a que la calidad y la fidelidad de las transmisiones de televisión mejorará claramente en el futuro y que la alta definición, o formas posteriores, se convertirán en el estándar: parece complicado que una vez se extienda esta tecnología los usuarios se conformen con una calidad inferior de imagen. Lo que no está tan claro es que otra de las apuestas de la industria, las tres dimensiones, se vaya a convertir en la fórmula dominante y parece más bien que quedarán limitadas a acontecimientos y aplicaciones concretas, al menos mientras no se consiga terminar con las siempre engorrosas gafas estereoscópicas.

Y una última predicción. Si en su casa los Reyes aún no han sucumbido a la competencia de Papá Noel, piense que el próximo día 6 tal vez sea uno de los últimos en que traerán DVD: el futuro apunta a que el soporte físico tiene los años contados y que la manera de comprarse una película será bajarla de la red porque adquirir un disco habrá pasado a la historia. O mejor: a la prehistoria.

Fuente: magazine